jueves, 8 de mayo de 2008

Viene, viene

Nunca le ha importado la soledad, algunas veces hasta se revuelca en ella y termina enlodado de entusiasmo. Un domingo cualquiera (¿?), sin chelas ni futbol, convenció a sus patas, al menos a tres de ellas, de ir al zócalo a escuchar al Goran Bregovic, cocompositor de la música de "Underground". Buenas rolas, pero no recordó ninguna otra. Pero nada, nada más que museo enmuchedumbrado y asambleas sin victoria en los costados. Nada. Entonces dijo o pensó, seguro ésta última ocpión, porque no había nadie a quien decirle nada:
-Me fumo un cigarro y me largo.
Justo cuando el rabo estaba a punto de meterse entre las patas se acercó la primera sorpresa de la tarde. Sólo con magia se alimentan las sorpresas. Ella, otra ella que vuelve a ser la única ella, acompañada de una K del periodismo. Se prendió el cielo nublado por los ojos de porcelana de Soblé. Se cambia la instrucción a la Plaza de Santo Domingo. Segunda sorpresa: tren de wiskey clandestino en los bolsillos. La fiesta tomó la calle y el Perro y sus nuevas amigas tomaron wiskey en cada brinco, en cada ritual del desenfreno. La lluvia, de la que algunas almas atrapadas huyen, sentenció el paso hacia el umbral de los sentidos embriagados, de alcohol, de música y de brillos en los ojos. La banda terminó en un tiempo sublime, pero los pasajeros continuaban en el trance mientras regresaban a sus casas. Soblé, K y el can siguieron el camino más largo y el más divertido de la noche.

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