lunes, 16 de junio de 2008

Deambular de una catástrofe encerada

Los rituales se deforman cada vez que se especula con los vientos bochornosos del norte. El can se dio la vuelta sin voltaer atrás, tal vez sólo un atisbo a un pasado estéril de entusiasmo, ahí estaba otra vez, con el rabo enredado en las ramas del tormento. "No más pulgas de la antigua Babilonía destrozada", sucumbió su estrecho pensamiento. Pero sí, pero ella, una sombra, ella, un disturbio en la apacible soledad de la laguna que con tanto esmero había sido vaciada por una morra de orígenes latinos, la que le aplicó el catenaccio de una sórdida pasión. Italia está muy lejos de estos cerros y la sombra que era ella emepezó a resplandecer entre paseos periféricos al alba y antes de la noche. Ella, noche y lluvia, nada de tormentas, nada de torrentes en una bolsa de plástico amarrada. NocheyLluvia arrancó destellos en el lomo maloliente del Perro, hasta unas cuantas pestañas le quitó el primer día de jazz y de desvelo. Vino Durango, el esperado coloquio de las estrellas subterráneas, y ni la lejanía de las nubes grises provocó que fuera sombra otra vez, NOcheyLLuvia se plantó en la nostalgia del chucho con traje intelectual, el cual se pone sólo en ocasiones de parafernalia discursiva y altivez enlodada. Gardea, dijo el Negro con chela en las orejas. Revueltas, gritó el Buda calncinado hasta los dientes. No es tan sonora la academia, cantó el Mimo ante un público de crudos soñadores. En la lengua del Remi se incedió el cine clase B, tan parecido a su lenguaje. Ah, y el Bolaño de Huuugui cerró la ceremonía. Pero el ritual de la cerveza, con su baile y carcajada, con su karaokeada desde Rafael hasta Metallica, con el altar a Morrisey y sus camisas de seda, todo eso no se olvida, todo eso se queda pegado como la mugre tan querida por el can, que sigue observando el péndulo del rabo que va y viene por las amistades encontradas.